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Del feature al ecosistema
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Del feature al ecosistema

El nuevo rol del PM en IA

Hace una década, el trabajo de un product manager era, en apariencia, sencillo de definir: identificar una necesidad de usuario, diseñar la mejor solución, traducirla en funcionalidades claras y asegurarse de que el equipo las construía con calidad y a tiempo. El producto era una suma de features bien priorizadas.

Hoy esa visión se queda corta. Con la llegada de la inteligencia artificial, los productos han dejado de ser un catálogo cerrado de funciones para convertirse en ecosistemas vivos, donde la experiencia de usuario depende tanto de lo que el equipo diseña como de lo que el modelo aprende en cada interacción.

El PM ya no gestiona solo funcionalidades; gestiona comportamientos emergentes.

Del botón al comportamiento emergente

En un producto tradicional, el PM podía prever con exactitud lo que ocurriría tras cada acción del usuario.

  • Si el usuario hacía clic en “añadir al carrito”, el sistema añadía un ítem.

  • Si pulsaba “guardar”, el sistema guardaba.

Era una lógica determinista: input definido → output esperado.

Con IA, esto cambia radicalmente.

  • Una misma acción puede generar resultados distintos según contexto y datos.

  • La calidad ya no depende solo del código, sino también del dataset de entrenamiento, el modelo, y la situación particular del usuario.

  • El producto evoluciona con el uso: cada interacción entrena al sistema, ajusta respuestas, mejora (o empeora).

Ejemplo claro: GitHub Copilot.

No es un simple “autocomplete” avanzado; es un copiloto que propone soluciones basadas en millones de repositorios y en el estilo concreto de cada desarrollador. El valor no está en un botón, sino en un ecosistema de datos y aprendizaje continuo.

Nuevos retos para el PM

Este cambio obliga a los product managers a repensar su rol en profundidad:

1. Diseñar experiencias, no outputs

Ya no puedes prometer un resultado fijo. Lo que diseñas son márgenes de confianza: qué es aceptable, cómo corregir errores y cómo comunicar incertidumbre al usuario. Un ejemplo es Google Translate, que hoy muestra alternativas a una traducción, reconociendo que puede haber más de una respuesta válida.

2. Gestionar datos como producto

Los datos dejan de ser un “input técnico” para convertirse en materia prima estratégica. El PM debe hacerse preguntas:

  • ¿De dónde vienen nuestros datos?

  • ¿Qué sesgos contienen?

  • ¿Con qué frecuencia deben actualizarse?

    Sin buenos datos, no hay buen producto de IA, y ese es un terreno donde el PM ya no puede ser un invitado pasivo.

3. Equilibrar magia y control

El gran atractivo de la IA es su efecto “wow”: un sistema que parece entenderte. Pero demasiada magia puede romper la confianza si el usuario no entiende qué ocurre. Los mejores productos buscan equilibrio: sorprenden, pero también ofrecen explicabilidad y opciones de corrección.

4. Pensar en ecosistemas, no features

La IA rara vez es autosuficiente. Requiere integraciones, partners, APIs, comunidades. El rol del PM pasa de priorizar funcionalidades a orquestar un ecosistema.

Casos reales que lo ilustran

  • ChatGPT Plugins: OpenAI no añadió “una feature” más; abrió un ecosistema de extensiones donde terceros aportan valor. El PM aquí diseña un marco, no un catálogo.

  • Spotify + IA: su función de “DJ con inteligencia artificial” combina datos de escucha, modelos generativos y curación editorial. No es un botón nuevo; es una capa de inteligencia sobre todo su ecosistema de contenido.

  • Tesla Autopilot: la conducción asistida no depende de una funcionalidad fija, sino de un sistema que aprende de millones de kilómetros recorridos. Cada coche alimenta al ecosistema.

En todos los casos, el PM deja de ser gestor de tareas para convertirse en arquitecto de sistemas complejos.

Qué cambia en la práctica del día a día

  1. Discovery

    Ya no basta con entrevistas y encuestas. El PM debe considerar la disponibilidad y calidad de datos como parte del discovery.

  2. Roadmap

    No se planifica solo en términos de funcionalidades, sino también de mejora de modelos, pipelines de datos e integraciones.

  3. Validación

    El éxito no es binario (funciona / no funciona). Hay grados de precisión, confianza y satisfacción del usuario.

  4. Iteración

    El aprendizaje continuo del modelo requiere pensar en ciclos de mejora diferentes a los de un producto de software clásico.

El nuevo toolkit del PM

El PM en la era de la IA no necesita ser ingeniero de machine learning, pero sí incorporar nuevas competencias:

  • Entender lo básico de cómo funciona un modelo (inputs, outputs, limitaciones).

  • Saber evaluar datasets: tamaño, representatividad, sesgos.

  • Manejar métricas nuevas: confianza del usuario, tasa de error aceptable, impacto del feedback en la mejora del modelo.

  • Diseñar flujos con “human-in-the-loop”: cuándo interviene la IA y cuándo debe decidir la persona.

El takeaway

La inteligencia artificial ha transformado la gestión de producto. Ya no se trata de añadir features, sino de orquestar ecosistemas donde datos, modelos, usuarios y partners conviven.

El PM deja de ser un gestor de funcionalidades para convertirse en un arquitecto de experiencias emergentes.

Su reto ya no es solo priorizar qué construir, sino también decidir cómo habilitar un sistema vivo que evolucione con cada interacción.

👉 En la era de la IA, el producto ya no es un catálogo de funcionalidades.

Es un organismo en constante aprendizaje.

Y el PM, más que nunca, es el responsable de que ese organismo crezca sano, útil y confiable.

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